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No te avergüences de dar testimonio.


No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor.

Así Pablo recomendaba a Timoteo a no avergonzarse de dar testimonio del Evangelio. Y es que los cristianos estamos puestos para ser testimonio viviente de TODAS las obras de Dios, por lo que la vergüenza no ayuda para mucho.
No se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.” (Mateo 5:15)

Algo que me parece demasiado extraño son las omisiones que nosotros, como cristianos, hemos hecho al instruir sobre este mal sentimiento llamado "vergüenza". Incluso habrá quienes digan que la vergüenza es un sentimiento positivo, y qué mal hacen los que no se avergüenzan.
¿Qué es la vergüenza?
Primeramente, es un sentimiento muy poderoso. Se parece al miedo, pero es algo más. Se menciona por primera vez en el libro de Genesis 2:25 :  Tanto el hombre como su mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza de estar así.” No sé ustedes, pero a mí me parece que debió ser lindo poder estar sin vergüenza. Pero no permaneció mucho este estado ideal … porque:
La serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, y le preguntó a la mujer:
—¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?
Y la mujer le contestó:
—Podemos comer del fruto de cualquier árbol, menos del árbol que está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos.
 Pero la serpiente le dijo a la mujer:
—No es cierto. No morirán.  Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios.”
Como vemos, la serpiente tenía interés en extraviar, y alejar así, la obra perfecta que recién había sido creada por Dios. ¡Qué forma tan sutil de engañar! De hecho, todo lo dicho por la serpiente era verdad, pero también diciendo verdades se puede pervertir lo recto cuando las verdades son dichas con sesgo. Es importante explicar que Adán y Eva no podían distinguir entre el bien y el mal antes de comer el fruto del árbol prohibido por una causa muy simple: Antes de eso no existía el mal. Pero después de desobedecer ya existía el mal, y resultaba tan fácil distinguirlo del bien. Ya eran como Dios, pero no en el sentido que ellos lo imaginaron (supongo). Ya podían distinguir el bien y el mal.
Conociendo que habían hecho mal, el paraíso se volvió para ellos en un lugar aterrador. No había ningún lugar para esconderse y huyeron, avergonzados ante Dios, pero no pudieron ir lo suficientemente lejos como para escapar a la voz de Dios. Podían escucharlo llamar: "¿Dónde estás?".
La pregunta esencial es: ¿quién te enseñó que estabas desnudo?
Tomando de nuevo la pregunta: ¿Estaban Adán y Eva desnudos?
Yo digo que no. No lo estaban.
¿Los peces del mar, están desnudos? ¿Y las aves del cielo, están desnudas? ¿los caballos y los perros, están desnudos?  ¿Los insectos y las bacterias, están desnudas?

¿No se dan cuenta que la serpiente nos engañó? En este ardid enmarañó el fundamento perfecto con el que habíamos sido creados. No existe tal cosa de “estar desnudo”. Si es absurdo usar el concepto en los peces del mar, lo es también para los humanos. Estamos confundidos; en muchos casos no sabemos distinguir el bien del mal. ¡Hemos sido engañados!
Puede ser que alguien no tenga ropa, pero eso no lo hace estar desnudo. El concepto de desnudo como algo de que avergonzarse es ajeno a la naturaleza humana. ¡No estamos desnudos! No podemos estarlo. La obra de Dios es perfecta tal cual como fue creada.
Avergonzarse del cuerpo humano es avergonzarse de la más exquisita de las obras de Dios. Es avergonzarse de la verdadera imagen y semejanza de Dios: Nosotros mismos.
¡Desechemos ya mismo ese sentimiento de vergüenza: fue el engaño de Satanás su causante!

Salmos 106:2 ¿Quién puede relatar los poderosos hechos del SEÑOR, o expresar toda su alabanza?

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